Indudablemente,
la posibilidad de conocer el origen de un pueblo o una civilización antigua es
una experiencia enriquecedora, en el entendido de que todo lo relacionado a
ello constituye el acervo cultural e histórico de la humanidad. Es por ello,
que el poder advertir las creencias y costumbres de cada cultura desde sus
propias palabras, representa una valiosa oportunidad para comprender su
idiosincrasia y forma de vida, muchas veces maravillándonos por la manera en la
que concebían el origen del hombre y del universo, valiéndose de la existencia
de deidades que controlaban diversos aspectos de su realidad, explicando de
este modo algunos de los fenómenos a los que en aquél entonces no lograban
atribuir explicación científica. Toda aquella documentación que ha logrado
recopilarse con el paso del tiempo, nos acerca en el camino a descubrir la identidad
de estas civilizaciones.
Por
tal razón, la preservación de crónicas como “El Chilam Balam”, “Los Anales
de los Cakchiqueles” y por supuesto, el ‘Popol Vuh’, juegan un rol vital
para el estudio de la historia como hoy la sabemos.
En
el caso concreto del ‘Popol Vuh’, es un códice que refleja la cosmogonía de la
antigua civilización Quiché, que otrora se ubicara en parte del actual México y
el territorio que hoy conocemos como Guatemala. Entonces, fungiendo como un instrumento
clave para aprender de la evolución y el desarrollo de nuestros antecesores.
En
cuanto a su autoría, la configuración de este texto es desconocida, no obstante,
en el ‘Popol Vuh’ se asientan un conjunto de relatos que eran transmitidos oralmente
de generación en generación, hasta el momento en que se decidió plasmar por
escrito toda leyenda. Es gracias a ello que hoy podemos tener el testimonio de
este importante manuscrito, que por fortuna pudo preservarse tras la conquista
española.
En
una reflexión a priori podría pensarse erróneamente que esta
civilización prehispánica podía no ser tan avanzada, sin embargo, las exitosas recopilaciones
logradas a lo largo del tiempo, y en especial, lo estudiado con la ayuda del
‘Popol Vuh’, nos han permitido entender que los Quiché poseían una estructura
lingüística avanzada, lo que refleja una comunicación compleja entre ellos. Por
eso y más, esta obra tiene un valor inconmensurable por lo que representa, descubriendo
así el pensar de los Quiché sobre la creación y su asentamiento.
El
‘Popol Vuh’ en cuanto a su estructura se divide en cuatro partes: la inicial,
que refiere a la creación y el origen del hombre; la segunda, habla de las
aventuras de los semidioses Hunahpú e Ixbalanqué; mientras que la tercera y
cuarta, versan sobre las guerras, migración y el linaje real de la civilización
Quiché.
En
la primera parte, se explica la manera en que los Quiché concebían la creación
de todo lo material y que podía ser percibido a través de los sentidos. Según
el manuscrito, al principio sólo existían el mar y el cielo, subsistiendo estos
en un mundo de quietud y silencio, por lo que los dioses hicieron surgir los
valles. Posteriormente, los dioses, ante la necesidad de sentirse alabados,
pensaron en crear a seres que les adoraran. Inicialmente intentaron con los
animales, sin conseguir los objetivos planteados. Después, decidieron crear un
prototipo de hombre hecho de tierra y lodo, el cual no podía hablar; acto
seguido, lo hicieron de madera, pero no tenían alma; por último, de maíz,
siendo el elemento con el cual alcanzaron exitosamente la creación del hombre,
quien hecho de maíz podía cumplir con su fin divino.
Como
paréntesis, resulta sumamente extraordinario reflexionar sobre la importancia
del maíz para la cultura mexicana, pero, no solamente como base alimenticia,
sino, detectando que la trascendencia de dicho alimento va mucho más allá, ya
que ha perdurado con el paso del tiempo y sigue formando parte de nuestras
costumbres más arraigadas.
Respecto
a la segunda parte, vemos como protagonistas a los dioses gemelos Hunahpú e
Ixbalanqué, conociendo desde su nacimiento y linaje, hasta la batalla en contra
de los señores de Xibalbá, quienes buscaron engañarlos en distintas pruebas
previas a un juego de pelota al cual les habían invitado, en cambio, Hunahpú e
Ixbalanqué fueron en cada ocasión más listos, logrando superar cada una de las pruebas.
Así, relatándose la historia de los gemelos que más tarde se convertirían en el
Sol y la Luna.
De
lo anterior, que a mi parecer, las primeras dos partes sean ciertamente las
mejores y de más fácil lectura. En estas, podemos observar fragmentos muy
buenos y que emplean ciertas referencias a otras cuestiones dentro de su propia
cosmogonía que pueden ser también distinguidas, enriqueciendo la información y
reflexión que conseguirá obtener el lector.
Es
así, que puede concluirse en lo interesante de familiarizarse con las creencias
e historia de todo un pueblo. Cada civilización antigua poseía una particularidad
al apreciar la creación de la vida y del hombre, además de atesorar una ideología
y costumbres únicas, lo que para los amantes de la historia, aparece como un
ejercicio esencial para identificar tanto diferencias como similitudes entre
una y otra. En este caso, es el texto elaborado por los Quiché el que nos
permite tener un acercamiento a su cultura y visión de la existencia misma.
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