Jennifer
Saint es una autora británica que, desde una edad temprana, mostró un profundo
interés por la mitología griega, razón por la cual estudió Literatura Clásica
en Londres, trazando así la visión que, como docente, buscaría compartir con
sus alumnos y el camino que más tarde seguiría en su carrera como escritora.
Aunque
en 2021 publicó ‘Ariadna’, su primera novela, más adelante llegaría a escribir libros
como: “Atalanta”, “Electra” y “Hera”, también ambientados
en la mitología griega y con una mujer como protagonista.
Es
por ello que, como apasionado de esta mitología, conocer el trabajo de Jennifer
Saint era una asignatura pendiente, sobre todo, al pensar en ‘Ariadna’, un
ejemplar que rápidamente captó mi atención por el hecho de representar la
historia detrás de uno de los mitos más famosos y evocados, en este caso, a
partir de un estilo fresco y una prometedora propuesta por parte de la autora.
Pese
a que la leyenda del Minotauro es una de las más populares, los relatos
generalmente se avocan a enaltecer la valentía de Teseo y su destino después de
concluir sus hazañas. Por tal motivo, descubrir lo ocurrido, pero esta vez
desde la perspectiva de un personaje tan importante como lo es Ariadna, era una
experiencia que no podía dejar escapar. Más aún, sabiendo de las excelentes
críticas que el libro ha recibido.
Entonces,
‘Ariadna’ es una novela que narra el mito de Teseo y del Minotauro, pero, como
hemos comentado, desde la voz de la mujer que da nombre al título: Ariadna,
hija de Minos y Pasífae, reyes de Creta. De este modo, partimos de los primeros
años de vida de la princesa Ariadna, quien describe sus días junto a su hermana
Fedra, mientras toma conciencia de la dureza del gobierno de su padre, un
hombre ambicioso, despiadado y que disfrutaba del temor que imponía tanto a sus
gobernados como a las ciudades aledañas, manteniéndolas bajo su yugo.
Bajo
ese contexto, uno de los momentos clave de la narración sucede cuando Minos, buscando
ganarse el favor de Poseidón, solicita al dios un toro para sacrificarlo en su
honor. Sin embargo, al ver el excelente ejemplar, decide engañarlo, quedándose
con el toro y sacrificando otro de menor calidad y jerarquía en su lugar. Ante
la ofensa, Poseidón, enojado, castiga a Minos provocando que su esposa se
enamore del mismo toro, sintiendo un deseo insaciable por la bestia que la
llevaría a concebir a la criatura que más tarde sería conocida como el
Minotauro. Lejos de sentirse ofendido o considerar al monstruo como una
desgracia, Minos lo convirtió en un símbolo de poder, utilizándolo como a un
arma para infundir temor en sus enemigos, bautizándolo con un derivado de su
propio nombre para reafirmar su autoridad y dominio.
De
este modo, y con la ayuda del genio constructor Dédalo, se creó un imponente
laberinto en el que permanecería encerrado el Minotauro, aguardando para
alimentarse de los tributos humanos que Minos impuso a la ciudad de Atenas como
señal de respeto y sumisión. Si bien Minos utilizaba al monstruo a su
satisfacción, su origen fue una situación deshonrosa para el resto de la
familia y para Ariadna, quien prácticamente perdió a su madre desde ese instante,
ya que vivió el resto de sus días en un halo de melancolía y ausencia,
perdiendo la alegría que la caracterizaba.
Todo
cambia cuando Creta recibe a los nuevos tributos llegados desde Atenas, sin
imaginar que uno de ellos sería el mismo príncipe de aquella ciudad: Teseo,
quien emprende el viaje deseoso de terminar con la bestia. Ariadna, al verlo
por primera vez, queda profundamente cautivada, por lo que se ofrece a ayudarlo
a enfrentar al Minotauro y a escapar, encontrando la oportunidad de liberarse
de la influencia de su padre, aun sabiendo de las consecuencias de sus actos: cometer
traición a su ciudad y dejar a su suerte a su pequeña hermana, Fedra.
Por
lo anterior, ‘Ariadna’ es la historia de sacrificio de una princesa cuyo acto
de amor la lleva al exilio, víctima de un héroe arrogante y egoísta que sólo la
utilizó para llevar gloria a su reputación. Adicionalmente, la podemos observar
como el testimonio de una mujer que sufrió del desdén de su padre por no haber
nacido varón, y que fue testigo de la crueldad de los dioses y la naturaleza
vengativa que representan. Todo esto, a la par que se veía relegada a un
segundo plano, omitiendo destacar su decisiva participación en los
acontecimientos que marcaron el destino de muchas personas.
En
otras palabras, ‘Ariadna’ es una lectura obligada para los amantes de la
mitología griega, que, además de descubrir la otra cara de una leyenda tan
relevante, podrán conocer el trabajo de una escritora que da voz y empodera a
los personajes femeninos, a partir de una prosa sumamente emotiva y cálida.
Finalmente,
puedo expresar que disfruté mucho de la novela, percibiendo en ella un lenguaje
sencillo, claro y ágil, que permitía al lector conocer las emociones de la protagonista,
favoreciendo la empatía hacia sus pérdidas y desdichas. Así, concluyo que este
no es sino el primero de los escritos de Jennifer Saint que tengo planeado leer
en un futuro no muy lejano.
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