Svetlana Alexiévich es una periodista y escritora
bielorrusa, galardonada con el Premio Nobel de Literatura en el año 2015,
premio que haría de Svetlana una autora reconocida mundialmente. De su
trayectoria sabemos que es egresada de periodismo por la Universidad de Minsk, carrera
en la que incursionaría tras graduarse, para posteriormente, colaborar como
reportera en revistas literarias que le ofrecerían la oportunidad de realizar
sus primeras publicaciones.
Respecto al Nobel, le fue concedido debido a que
sus escritos se consideraron como “…un monumento al sufrimiento y al coraje de
nuestro tiempo”, lo que podemos ver reflejado en cada uno de sus textos. Sus obras en lo general abordan y siguen de
cerca la historia de la Unión Soviética como temática principal, sin embargo, contada
desde una perspectiva en la que les da voz a las personas que a lo largo de
estos eventos han carecido de ella: la gente común. De lo anterior, que ha concebido
su propio género literario, al que denomina: “novela de voces”.
Son de su autoría ejemplares como: “La Guerra no
Tiene Rostro de Mujer”, “Últimos Testigos” y “Los Muchachos de
Zinc”, por mencionar algunos. En ellos, sigue esta tendencia y/o estilo que
le caracteriza, a través del cual nos permite conocer la voz de la gente ordinaria
y consecuentemente, su experiencia y rol dentro de los acontecimientos que forjaron
la historia de la antigua Unión Soviética.
Uno de los aspectos más importantes de Svetlana es
que mediante su labor de escritora y periodista, ha llevado a cabo un sinfín de
actos loables al compartir con el mundo el testimonio de las personas que han permanecido
a la sombra o en un papel secundario en momentos de gran relevancia, sin que por
ello se entienda que sus declaraciones carecen de valor. De este modo, nos concede
la posibilidad de escuchar a los partícipes de distintos hechos históricos, cuya
vida fue marcada para siempre.
Con ‘Voces de Chernóbil’, Svetlana Alexiévich nos
presenta una desgarradora recopilación de entrevistas y narraciones de varios testigos
que vivieron el accidente de la planta nuclear de Chernóbil, el 26 de abril de
1986, experimentando las terribles consecuencias derivadas del que sería uno de
los incidentes más lamentables para la humanidad.
Desde las primeras páginas, es posible notar que
la lectura será complicada, no porque sea tediosa o pesada, sino por la carga
emocional que cada relato contiene. Resulta doloroso leer de historia cuando lo
hacemos descubriendo las palabras de quienes la vivieron en carne propia y
fueron perjudicados por las terribles decisiones que tomaron otras personas irresponsablemente.
Entonces, “miedo”, “desconcierto”, “caos” y “la pérdida de seres queridos”, son
algunas de las constantes que observamos en cada crónica, donde las diferentes revelaciones
expresan una historia de sufrimiento, refiriéndose a vidas y familias que jamás
volvieron a ser las mismas.
Es así, que al hablar de la explosión, nos
referimos a una catástrofe en la que miles de personas fueron engañadas
descaradamente por quienes debieron protegerles. A algunas se les ocultó la
realidad respecto de lo que ocurría; hubo gente que fue desalojada de manera “temporal”
de su hogar, sin saber que no volverían a verlo nunca más; hubo otras que fueron
llevadas a trabajar desempeñando funciones que serían mortales, enfermando hasta
morir a causa de la radiación y sus efectos; familias que fueron separadas para
siempre, sin tener la oportunidad de despedirse; y por otro lado, las que se
despidieron sin ser conscientes de que ese “adiós” sería el último. Esto, sólo
por mencionar algunos ejemplos del daño e impacto que el accidente tuvo para
toda una población, así como para las generaciones venideras.
Es por ello, que la explosión de la central
nuclear de Chernóbil en 1986 es indudablemente una de las peores desgracias que
han ocurrido. No obstante, leer y comprender los testimonios de aquellas
personas que directa o indirectamente fueron víctimas, provoca en el lector un
sentimiento de empatía y lamento aún más profundo, pues su concepción es a
partir de las palabras de los sobrevivientes de aquel devastador accidente.
Por esta razón, la lectura de ‘Voces de Chernóbil’
fue para mí una fuerte experiencia, pero asimismo, una ocasión para informarme sobre
un evento del que más allá de unas cuantas referencias, no tenía conocimiento, por
ende, ignorando las causas y repercusiones correspondientes. De manera que agradezco
infinitamente haber leído el libro, del cual puedo decir que cada narrativa posee
un valor inconmensurable, identificando en ellas confesiones que van desde lo
emotivo hasta lo trágico, todas compartiendo una sensación de desconsuelo.
De esta forma, la obra funciona como un llamado de
atención a la conciencia y sensibilidad humana. Si bien, sabemos que es imposible
cambiar las situaciones de nuestro pasado, podemos aprender de los errores
cometidos para que la crueldad y el egoísmo no tengan cabida en ningún
escenario futuro, sobre todo, cuando pueda haber vidas en juego y por lo tanto,
secuelas a gran escala.
¿Quieres conocer más?
Comentarios
Publicar un comentario