Entre humanos y androides: una mirada a Philip K. Dick y su universo distópico
¿Por qué leer este libro?
‘¿Sueñan
los Androides con Ovejas Eléctricas?’ es un libro que me habían recomendado
tiempo atrás y, si bien me gusta la ciencia ficción, el título de la obra no me
despertaba demasiado interés, por lo que se trataba de una novela que no
esperaba leer pronto.
No
obstante, al terminar “Indigno de Ser Humano”, me propuse cambiar de género
en mi siguiente lectura y, para mi sorpresa, después de varias meditaciones, este
fue el ejemplar elegido, y ahora sé que no pude haber tomado una mejor elección.
Sobre el autor
Philip
Kendrick Dick, mejor conocido como Philip K. Dick, fue un escritor y novelista
estadounidense nacido el 16 de diciembre de 1928, popular por su trabajo en la ciencia
ficción y por abordar temas como la sociología, política y metafísica, sobre
todo en sus primeras publicaciones.
En
su trayectoria, tuvo paso por la radio y sufrió varios golpes por la pérdida de
seres cercanos, matrimonios fallidos y la lucha contra sus adicciones,
atravesando periodos de nula creatividad, siendo los años cincuenta y principios
de los sesenta una de las etapas más importantes de una carrera caracterizada
por un estilo experimental y propositivo.
Como
dato curioso, Philip K. Dick es uno de esos casos en los que el autor vivió en
la pobreza y sin mucho reconocimiento, logrando finalmente ser trascendente de manera
póstuma, a partir de la adaptación al cine de algunas de sus novelas más aclamadas,
sin poder gozar en vida de la notoriedad que a la postre tendrían sus escritos.
Un
ejemplo de una adaptación cinematográfica famosa es “Blade Runner”, en 1982,
protagonizada por Harrison Ford, película gracias a la cual un amplio sector del
público conoció por primera vez el nombre de Philip K. Dick.
Dentro
de su producción literaria destacan títulos como: ‘¿Sueñan los Androides con
Ovejas Eléctricas?’, “El Hombre en el Castillo”, “Ubik”, “Sivainvi”,
“Una Mirada a la Oscuridad” y “La Penúltima Verdad”, entre otros.
Análisis narrativo y temático
‘¿Sueñan
los Androides con Ovejas Eléctricas?’ es una novela distópica de ciencia
ficción, publicada en 1968 que, a mi parecer, es bastante visionaria y presenta
una premisa disruptiva, haciendo gala de una narrativa que no podría ser más
vigente y cercana a un escenario posiblemente no tan distante.
La
historia se desarrolla en el año 1992, relatando una realidad que nos enfrenta
a las consecuencias de la Guerra Mundial Terminal y a los efectos de la lluvia
radiactiva, la cual no solo ha exterminado a gran parte de la vida en la
Tierra, incluyendo a la mayoría de las especies animales, sino que también ha
deteriorado intelectualmente a varios de los humanos que decidieron permanecer
en el planeta y no emigrar a las colonias en Marte.
En
este futuro caótico, la tecnología aplicada a la creación de androides ha
llegado a un punto trascendental con la invención del modelo Nexus-6: un
androide tan avanzado y con características prácticamente humanas que ha
resultado casi imposible diferenciarlos de los propios humanos.
Bajo
ese contexto, Rick Deckard, un policía especializado en cazar seres robóticos,
tiene la tarea de encontrar a los Nexus-6 que han llegado a la Tierra, haciéndose
pasar por personas funcionalmente adaptadas a la sociedad, por lo que su propósito
es removerlos y mantener a los androides ocupando la posición de servicio para
la cual fueron diseñados en primer lugar.
De
este modo, comprendemos rápidamente que uno de los principales conflictos de la
trama es el hecho de la evidente cercanía entre los entes orgánicos y los tecnológicos,
cuya brecha diferencial ha llegado a cerrarse considerablemente, al grado de
que ambos pueden confundirse fácilmente, pareciendo de la misma especie.
De
forma adicional, surge la figura de John R. Isidore, un hombre afectado en gran
medida por la radiación, que se erigirá como la contraparte emocional de Rick
Deckard; no por tener un rol antagónico, sino por mostrarse como un personaje definido
por una personalidad inocente, marcada por el aislamiento, y por la necesidad
de contacto y aceptación dentro de un entorno social que lo ha marginado.
Además
de ese conflicto por la similitud entre humanos y androides que explora la
trama, en la narrativa se nos describe la corriente del mercerismo, un
movimiento y/o creencia religiosa que pregona el ascenso de Mercer, en una doctrina
que promueve la unión empática.
Esto
es un elemento fundamental en la historia, ya que provoca el enfrentamiento de
diversas ideologías, particularmente la teológica frente a la tecnológica,
especialmente en lo que respecta a los seres robóticos.
Situación
que, si bien la novela eleva a una visión ficticia, ha sido una constante en la
historia de la humanidad, en donde la ciencia y sus avances han sido objeto de señalamientos
y censuras por personas conservadoras que han defendido posturas de índole
religiosa.
Mi experiencia con la lectura
‘¿Sueñan
los Androides con Ovejas Eléctricas?’ es un libro para el cual no tenía
expectativas; por ende, no esperaba encontrar una lectura que me gustara tanto.
Desde
las primeras páginas pude advertir un argumento perfectamente abordado, con un
tono sutil, pero que indirectamente profundiza en tópicos complejos que
terminan por enriquecer una obra redonda en todo aspecto.
La
evidente conjunción de diversas temáticas consolida una narrativa con un perfecto
equilibrio y con una prosa soberbia, lo que provoca en el lector una sensación
de intranquilidad y misterio, pese a saber que se trata de una ficción distópica.
¿Lo recomiendo?
En
conclusión, creo firmemente que ‘¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?’
es un ejemplar que no puede faltar en el librero de todos aquellos amantes de
la ciencia ficción y las distopías.
Aun
cuando el libro es bastante corto, no carece de un relato brillante y con
preguntas más vigentes que nunca, lo que lo hace un título para cualquier tipo
de lector, e incluso para quienes deseen un texto reflexivo que los lleve a
cuestionarse el significado de ser humano.
Gracias por leerme. Si ya
conoces esta obra o te gustaría leerla, te leo en los comentarios.
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